Lecciones de navegación
¿Qué tan lejos nos puede llevar una habilidad nueva? Micaela Martínez aprende a navegar y llega muy lejos.
1.Lecciones de navegación
Uno de los primeros aprendizajes es saber ubicar el viento.
¿Dónde sopla ahora? Pero eso no asegura nada.
Se debe haber observado el viento pasado. Pero eso tampoco asegura nada.
Es fundamental poder interpretar hacia adelante. Eso tampoco asegura nada.
Hay una maniobra para cuando ya es tarde: ponerse a la capa.
Para escapar de la tormenta, no queda otra opción que hacerle frente. Eso tampoco asegura nada.
2.Identidades
Cambiarle el nombre a una embarcación que ya tiene uno trae mala suerte. No se sabe bien por qué. Aún así, hay Palomas que pasan a ser Camilas; Virasones, Tormentas; Vikingos, Caminantes. Ningún barco debe quedar sin nombre. Este debe llevarse en la popa, aunque sólo el viento franco pueda verlo cuando el barco está en movimiento.
3.Ritual
Si se le cambia el nombre a una embarcación se la debe volver a bautizar. Cada unx lleva adelante su propio ritual: una botella de champagne se rompe contra el casco, toda la cubierta se rocía de espuma mientras se pronuncia el nombre a viva voz. Algunxs conservan el viejo nombre escondido en algún lugar, otrxs colocan una moneda en la base del palo para atraer la buena fortuna. Lxs más devotxs encuentran un lugar para Stella Maris, la patrona de las aguas. Nada debe alterarse, todo debe seguir el curso preestablecido.
4.Desvíos
No hay una ruta dibujada en el agua, aunque siempre se deba comenzar marcando un punto de partida y otro de llegada. No todo es apuntar la proa a un Norte. La ruta nunca va a ser una línea recta: la corriente tiene un sentido y una fuerza. El viento hace caer al barco hacia su lateral. La Tierra varía año a año su inclinación. El Norte siempre se corre. Para que el camino se pueda trazar, los desvíos son necesarios.
5.Todas las marcas
Un mapa necesita referencias para ser interpretado. Todas las marcas son referencias: un faro, un barco hundido. Un barco hundido no debe confundirse con un faro, aunque de noche ambos emitan destellos. No todas las aguas son navegables, aunque a simple vista nada demuestre lo contrario. Hay barcos que nunca llegaron a tierra. En la carta naútica se representan con una línea recta como el esqueleto de un pez – sin boca, sin aletas, sin cuerpo- .Todos tienen un nombre aunque ya no se pueda leer.
6.Luces en el agua
Las noctilucas son organismos diminutos en simbiosis con algas. La primera vez que las vi, chocaban contra el casco del barco y se perdían. Parecían estrellas fugaces confundiendo el cielo con el mar. Me acuerdo que puse el pie – llevaba mis botas secas – para ver cómo se iluminaba. Todavía no había descubierto que el brillo que desprenden es su reacción ante posibles depredadores.
7.La noche te puede alcanzar
La noche siempre puede alcanzar a quien navega: si la corriente es intensa y los bordes se tornan largos, es casi inminente. Si el viento calma de golpe, la noche también te puede alcanzar. Si la noche te alcanza lejos de la costa, no va quedar otra luz de referencia más que la luna. Si no hay luna, las estrellas. Algún punto diminuto se encuentra si se mira hacia arriba.
8.El tiempo del agua
A las embarcaciones que parten se les desea “buenos vientos”. El recorrido se puede estimar, pero no es preciso. Las velas se ajustan para cada condición, se apunta un rumbo, se compensan los desvíos. El avance se cuenta en millas náuticas que no equivalen a millas terrestres. El tiempo del agua es otro, distinto. Un tiempo paralelo.
Micaela Martínez nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1988. Estudió Relaciones del trabajo en la UBA. Este año publicó su primer poemario Aterrizar de pie (Litoral Dark). Asiste a talleres de poesía desde el año 2020.